Lee Romanos 6:1–14
¿Es posible poner demasiado énfasis en la fe? Algunos creyentes se preocupan de que predicar un evangelio de fe lleva a lo que ellos describen como “credulidad fácil”. Algunos en los días de Pablo lo acusaron de predicar un evangelio donde podemos “persistir en el pecado para que la gracia abunde” (v. 1). Su respuesta fue una negación enfática (v. 2).
¿Qué evitará entonces que un cristiano continúe en pecado? Pablo dice que la clave para la victoria sobre el pecado es entender cómo la muerte y resurrección de Cristo nos han cambiado. Enfatiza dos efectos importantes de la fe donde está involucrada la práctica del pecado. Primero, aquellos que han creído han “muerto al pecado” porque “nuestro viejo hombre fue crucificado con él” (vv. 2, 6 LBLA). Lo que Pablo describe como “viejo hombre” es esa parte de nuestra naturaleza cuya única inclinación es el pecado. Es el principio “gobernante” de nuestra naturaleza que nos hace ser engañados por el pecado y esclavizados por él (ver Efesios 4:22). En segundo lugar, la resurrección de Jesús introdujo una nueva capacidad en la naturaleza del creyente que se manifiesta de varias maneras. Pablo la describe como una libertad de la esclavitud del pecado (v. 7) que surge de la nueva vida que recibimos de Cristo (v. 11) y que nos coloca bajo el gobierno de la gracia en lugar de la Ley (v. 14).
En otras palabras, el problema, como lo diagnostica Pablo, no es que algunas personas crean demasiado. Es que saben muy poco. Su error es no reconocer la extensión total de lo que se les ha dado. Es importante notar que el factor crítico en todo esto no es el esfuerzo sino la fe. Este estilo de vida es posible porque ellos se “consideran” o “piensan” estar “muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús” (v. 11).
- ¿Cómo se te ves a ti mismo? ¿Qué necesitas saber para lidiar con fe cuando sientas el tirón del pecado?
Ora con nosotros
Aunque el mundo parece estar inmerso en el pecado, Tu verdad, Señor, penetra nuestros corazones y habla a nuestro ser interior. ¡Qué gloriosa realidad es que en Cristo, estamos “muertos al pecado, pero vivos para Dios” (Romanos 6:11)!
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