Me encanta leer. Sin embargo, cuando era estudiante, siempre me resultaba difícil motivarme para completar la lectura obligatoria de un curso. Leer cualquier otra cosa me parecía más interesante que lo que el profesor asignaba. Hay algo en nosotros que se resiste a que nos digan qué hacer. La obediencia no es algo fácil.
En Deuteronomio, Moisés describió las leyes y ordenanzas que Israel debía seguir. También proclamó las consecuencias de la obediencia o la desobediencia. Si Israel obedecía, sería bendecida. Si se rebelaba, experimentaría las maldiciones del pacto, incluida la derrota militar y el exilio. En la lectura de hoy, Moisés insta al pueblo a seguir al Señor: “Elige, pues, la vida, para que vivan tú y tus descendientes. Ama al Señor tu Dios, obedécelo y aférrate a él” (vv. 19–20).
Moisés también reconoció que Israel no podría permanecer fiel. Sus corazones eran demasiado obstinados y tercos. Él anticipa un tiempo en el que serían exiliados por sus pecados. Sin embargo, incluso entonces, declara que Dios no los abandonaría. Él traería una transformación. “El SEÑOR tu Dios circuncidará tu corazón y el de tus descendientes, para que lo ames con todo tu corazón y con toda tu alma y así tengas vida” (v. 6). Israel necesitaba un trasplante de corazón, y el Señor prometió que lo proporcionaría.
Este pasaje anticipa el nuevo pacto inaugurado por el Señor Jesús (Jeremías 31:31–34; Lucas 22:20; Hebreos 8:8). En la muerte y resurrección de Jesús, el Señor hizo por nosotros lo que nosotros no podíamos hacer por nosotros mismos. Murió por nuestro pecado y ofrece perdón y el poder del Espíritu Santo.
- Nosotros también luchamos con corazones que son tercos y desobedientes. Tómate un tiempo hoy para reflexionar y confesar tus pecados. Luego, acepta el regalo del perdón de Dios y pídele al Espíritu Santo que te dé poder para obedecerlo bien.
Ora con nosotros
Con las innumerables opciones que enfrentamos cada día, Espíritu Santo, abre nuestros ojos y oídos para escuchar el llamado de Moisés en el pasaje de hoy: “Elige, pues, la vida, para que vivan tú y tus descendientes. Ama al Señor tu Dios”(Deuteronomio 30:19-20).
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