Hace poco tuve una conversación con uno de mis estudiantes que luchaba con la idea de que no había hecho lo suficiente para ganarse el favor de Dios. La belleza del evangelio es que nuestra relación con Dios no depende de lo que hacemos, sino de la obra de salvación de Dios centrada en Jesús. Pablo lo resume bien: “Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).
Nuestra respuesta a este tremendo regalo es una efusión de gratitud. Deuteronomio 26 describe la ofrenda anual de las “primicias” y el diezmo trianual (v. 2). Estos requisitos de la Ley no debían cumplirse por un sentido de obligación o para ganarse el favor de Dios. En cambio, debían ser la respuesta natural a lo que Dios había hecho. Cuando el adorador presentaba la canasta de las primicias al sacerdote, este recitaba una historia importante (vv. 5–10). Él contaba cómo Abraham era un “arameo errante” cuyos descendientes terminaron en Egipto (v. 5). Crecieron hasta convertirse en una gran nación, pero fueron esclavizados por Faraón (v. 6). El pueblo clamó al Señor, y el Señor los liberó de la esclavitud y los llevó a la tierra de Canaán, “donde abundaban la leche y la miel” (vv. 8–9). El adorador ahora estaba ofreciendo un regalo de acción de gracias (v. 11).
Estos diezmos y ofrendas no solo se usaban para sostener al sacerdocio, sino que también los disfrutaban el adorador y su familia (v. 11). Además, se usaban para proveer para al “levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda” (v. 12). Al igual que el antiguo Israel, podemos olvidar lo que Dios ha hecho por nosotros. En la comunión, recordamos la muerte de Cristo por nuestro pecado y esperamos con ansias Su regreso. Creer en esta preciosa verdad da como resultado una vida basada en la gratitud.
- ¿Cómo sería para ti ofrecer “primicias” al Señor? A la hora de comer en la mesa, ¿por qué no llenar una pequeña canasta con notas para expresar tu agradecimiento a Dios?
Ora con nosotros
Jesús, ¿qué puedo darte que Tú no me hayas dado ya? No permitas que olvide, lo que Tú has hecho en mi vida, como lo hizo el antiguo Israel. Cuando llamaste a la puerta de mi corazón, me ofreciste Tu propia vida.
See omnystudio.com/listener for privacy information.




